¡Vaya sacudida la que vivimos ayer noche! Fue mi bautismo sismico, ya que para el terremoto de 1985 yo vivía en Italia. Es verdad que anteriormente había sentido temblores, pero lo de ayer se pasó. Costaba mantenerse de pie, ya que el movimiento de vaivén era muy fuerte e incesante. Tuve que subir al segundo piso de la casa y ni les explico como tuve que aferrarme a la baranda para no caer. No me asaltó el miedo, es más mantuve la tranquilidad para poder pensar racionalmente. Además, tengo tres niños así que no puedo permitirme el histerismo, no sería de ayuda en esa situación. Afortunadamente, salimos ilesos y sólo se rompieron pocas cosas.
Hoy, sin embargo, con la llegada de la luz por la mañana empezaron a aparecer los verdaderos destrozos y con el correr de las horas las desgracias. Las noticias muestran un relato, el más visual, sin embargo uno se entera a través de familiares y amigos de tragedias personales devastadoras: un joven que perdió ambas manos al caerle encima una viga, un padre que perdió a dos hijos que fueron llevados por una marejada, otro joven que está en coma debido a un golpe en la cabeza, etc. Es probable que mañana se sepan más calamidades.
Esta vivencia demuestra que de un momento a otro todo puede cambiar y que la naturaleza es implacable. Frente a nuestro planeta y su furia somos impotentes, por lo que tenemos que aprender que vivir con esta incertidumbre y estar siempre preparados.
Saturday, February 27, 2010
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